Luis Suárez rescata al 90' a un Atlético que sigue como líder
Ahora que se pone nombre a las borrascas, no estaría de más el de Luis. Todavía no, que se atiende al orden alfabético, pero cuando se llegue a la letra en cuestión. No es descabellado suponer que ese momento coincidirá con alguna otra muesca del pistolero Suárez, que a última hora resolvió en Mendizorroza lo que poco antes se había complicado el Atlético con autogol de Felipe para neutralizar el que ya había firmado Llorente. La gestión que hizo Simeone con los cambios podría discutirse durante horas, pero estamos en lo de siempre: Saúl y Joao, que habían aparecido de refresco, fueron los encargados de trasladar la pelota al 9. Otra diana del uruguayo, otros tres puntos para el líder.
Lemar anduvo más vivo y Laguardia se lo llevó por delante, pero resulta que la pelota llegó a Carrasco para que el belga encarara la portería. Sólo él sabrá por qué buscó pase en lugar de disparo, algo que por cierto ya le había sucedido al propio Suárez minutos antes, y en el caso del charrúa es más extraño aún, el caso es que la acción quedó en nada... hasta que la tecnología reclamó la atención del colegiado: revisado el lance por fin, lo que era ley de ventaja quedó en falta, lo que era amarilla se convirtió en roja... y lo que a un simple mortal se le escapa es qué vio Munuera en la pantalla que no hubiera visto antes, porque el hecho de dar continuidad a la jugada ya trae consigo que apreciara la infracción.
El caso es que el Alavés se quedó con uno menos cuando aún debía jugarse media hora. El primer movimiento doble de Machín fue para rehacer la zaga, pero el segundo, de perdidos al río, incluyó por fin a Joselu y Lucas Pérez, relegados de salida. Como Suárez falló aún un mano a mano ante Pacheco, como Lemar topó con el portero en una falta cercana al área, como el Atlético parecía orientarse otra vez hacia ese unocerismo que reaparece de vez en cuando como buena adicción, la escuadra local se tiró con todo para topar con el palo primero, en cabezazo de Lejeune, y para hallar red por fin, por mucho que fuera Felipe el que desviara un centro de aviesas intenciones. El brasileño llevaba unos minutos aturdidos tras recibir un golpe en la cabeza, pero había recibido el beneplácito médico para seguir. Es lo que hay. Justo tras el empate, fue sustituido.
La espléndida versión ofrecida por Koke en el tramo inicial de campaña coincidió con la presencia a su lado de un escudero, léase Herrera, que permitía al capitán descolgarse. El mexicano está de baja ahora, sí, pero Simeone insiste en dejar en el banquillo a los tres futbolistas que podrían asumir ese rol para que sea el propio 6 quien se sitúe por delante de sus centrales, consecuentemente a demasiada distancia de la portería rival. Por ahí vienen parte de los males rojiblancos para generar peligro, camuflados en todo caso por los resultados.
Porque la primera parte había sido un monumento a la nada en lo que a oportunidades respecta. El Atlético, un tirito de Carrasco; el Alavés, ni eso. Todo se ventilaba desde lo táctico, con el líder más impreciso de lo habitual, incapaz así de hallar a los de arriba, con su rival solidario en la presión a partir de que Battaglia estuviera rodeado por un ejército estajanovista al que le daba para neutralizar la ofensiva ajena, que no para generar la propia. Lo mejor de la tarde para entonces había sido el trabajo de los empleados locales para que el césped luciera verde, que no blanco. Lo que más había llamado la atención para entonces era la indumentaria visitante, que se puede entender como invernal si se atiende a que resultaba similar al color de la pelota.
Así que aquello se orientaba hacia el descanso tal y como había empezado, sin noticias de Pacheco, sin noticias de Oblak, sin noticias del fútbol, hasta que la escuadra vitoriana extravió un balón absurdo en mediocampo. Debía ser para el citado para Battaglia, pero fue para Luis Suárez. El uruguayo lo cedió gustoso y Llorente hizo el resto. Primero tiró de velocidad en la diagonal, después tiró de fortaleza para no vencerse cuando fue agarrado y por fin tiró de disparo con la zurda, se supone que la menos buena, para que Laguardia desviara involuntariamente hacia el rincón inalcanzable. Un error, un gol. Así las gasta el Atlético... y así las gasta el 14.
También él podría ser el que cubriera la espalda de Koke, más o menos así se manejaba precisamente en el Alavés, pero ha devenido en todoterreno al que se le quedan pequeños los 105x70. Lo mismo es delantero que lateral, pero en todo caso destaca antes por potencia que por asociación. Y ya le va bien así. El caso es que en el segundo acto se desataron los acontecimientos a partir de la expulsión... y que Suárez llegó a tiempo de solucionar para el líder lo que había complicado un notable Alavés. Y año de nieves...