Lollapalooza Argentina 2022, en vivo: del arrasador show de Foo Fighters a la cumbia de L-Gante

Nada de eso, pero al menos la presencia de Perry Farrell, el cantante de la mítica banda y creador del festival Lollapalooza que surgió, precisamente, a partir de la gira despedida de su banda. El grupo volvería una y otra vez, el festival se tornaría un espectáculo global con sedes en todo el mundo, como esta bonaerense que está culminando su séptima edición. Con Foo Fighters, Farrell canta su clásico “Been Caught Stealing” y el público delira.

Antes de que Farrell subiera a escena, Grohl se explayó sobre su historia personal con el festival: contó que estuvo en el primero, en Los Ángeles, en 1991, que fue público y artista infinidad de veces y luego sí, se hizo a silencio para que Mr.Palooza se apoderara del centro de la escena.

Cuando todavía Foo Fighters estaba desgranando lo mejor de su repertorio en el escenario Flow, L-Gante apareció en el Alternative. “Salimos en caravana ahora”, tiraba, entre un tema y el que vendría, casi sin pausa. “Cumbia 420″ y “L-Gante Keloke” eran las frases que volvían una y otra vez a las pantallas. También hubo videos breves. En uno se escuchaba con voz en off un mensaje espiritual mientras se veían algunas imágenes de L-Gante, regalando dinero, junto a su familia, o frente a una multitud en otro escenario. “Apagame las luces de ahí, y quiero ver por allá”, decía para que todo el mundo fuera protagonista. Hasta las once y media seguirá a toda cumbia. Con “el abecedario de L-Gante”, que, en sus propias palabras, surgió para sus seguidores, pero “las maestras también lo agradecen”; o con canciones como “El Bar”, que grabó con Tini Stoessel. “Fuerte el ruido para Tini, el apoyo de Argentina para Tini”, dice por el duro momento que está atravesando el padre de la cantante.

La corrida sónica valió la pena: Dave Grohl arranca con todo y da cátedra en el escenario Flow, con un show compacto en el último día de Lollapalooza. Nada de vacíos ni de descansos, el frontam lleva adentro ese espíritu inagotable y saca un tema detrás del otro (teléfono para The Strokes). Solo respira para saludar al público después de una hora de estar dándole vida a su guitarra y moviendo la melena como buen metalero. Suenan clásicos como “Learn to Fly” y otros nuevos, como “Shame Shame”.

Casi en paralelo a Babasónicos estaba programado L-Gante. Y no solo eso sino que ambos shows ocurrirían en los escenarios que están más cerca entre ellos, el Samsung y el Alternative. Mientras que la banda comandada por Adrián Dárgelos arrancaba a las 20:15, el nuevo referente de la cumbia lo haría a las 20:45. Algo que a último momento cambió: con un cartel en el Alternative de nuevo horario, se anunció que L-Gante tocaría a las 22:15, un poco antes del cierre de Foo Fighters. Según pudo saber LA NACION, la decisión habría tenido que ver con la superposición de sonidos, entre la cercanía de los escenarios y el fuerte viento que sopla se corría el riesgo de que no se lograra un buen sonido.

La diferencia entre bandas nuevas y las que tienen bastante trayectoria es el modo como se paran sobre el escenario y, en algunas ocasiones, como comienzan su show. Si se ve a un grupo de jóvenes que corre hacia el escenario Samsung cantando “Algunas noches, soy fácil”, es porque Babasónicos puso primera y largo su set con “Yegua”, uno de sus hits históricos. Y ya no hace falta decir, por si alguien no la conoce, que está de la vereda de las bandas con sostenida experiencia y que sabe pararse como pocas sobre el escenario. Por delante tendrá una hora quince de canciones y una absoluta economía de palabras. Sobre el escenario el grupo alterna temas de distintos momentos de su trayectoria. “El colmo”, “Los calientes”, “Risa”, “Irresponsables” se alternan con temas menos difundidos o con los de más nueva cosecha, como el hipnótico “La pregunta” o “La izquierda de la noche”, que es uno de sus más recientes estrenos.

Jhay Cortez le dio al público de Lolla lo que él quería: un poco de reggaetón hecho y derecho. El novio de la exestrella porno Mia Khalifa, que lo acompaña en su visita a la Argentina, sabe muy bien qué hacer en escena. Entretiene con sus hits y también con sus palabras, con los juegos que ensaya con la gente. “Digo Argen...” y todos completan: “tina”. Tan simple como efectivo.

Los caminos musicales para muchos están llenos de pequeños escalones que permiten conquistar la altura. “Este es mi primer show en la Argentina, la puta madre”, grita Tiago PZK en su debut en Lollapalooza. “Hace un año y medio yo no estaba en ningún lado, y miren dónde estoy. Se puede llegar, gente”.

Llega al escenario con camisa de cuero y tachas y la cara tapada por un pasamontaña. Así entona los primeros versos, hasta que deja ver sus pelos rosas. Aguerrido, canta los primeros temas, pero todo se quiebra cuando hace “Sola”: la canción que escribió en base a la historia de su mamá, que sufrió violencia de género de parte del padre de este cantante. Él desde el escenario y ella subida a los hombros de alguien desde el público, ambos cantan la canción, unidos por el mismo dolor.

Más adelante, este rapero deja entrever otra cara de su personalidad al improvisar un freestyle a partir de los elementos que la gente iba levantando. Un viaje a sus orígenes.

“Esta es una canción antifascista de una banda antifascista”, anticipa Joe Talbot antes de que Idles se despida del público de Lollapalooza con “Rottweiler”. La aclaración es pertinente: lo que en las formas puede parecer pura descarga eléctrica es también el espacio en el que sus propios integrantes plantan bandera sobre un abanico temático que va desde la salud mental (“1049 Gotho”), el atropello que sufren las madres de clase trabajadora (“Mother”), o cuán áspera es la vida para los inmigrantes en Europa en el siglo XXI (“Danny Nedelko”). En modo de electrificación constante, Talbot ordena las ruedas de pogo en el público desde el vamos, mientras que el guitarrista Mark Bowen se zambulle entre la gente más de una vez, ya fuera para tocar su instrumento sobre un mar de gente, o bien para improvisar una suerte de karaoke hardcore durante “Love Song”, con fragmentos de temas de Prince y Sinead O’ Connor (“Nothing Compares 2 U”), Foo Fighters (“My Hero” y “Best of You”) y hasta Mariah Carey (“All I Want For Christmas Is You”). “El amor se parece a esto”, dijo Talbot, al agradecer la reacción de un público más que demostrativo, y tuvo razón.

Emmanuel Horvilleur tuvo que imponerse a las inclemencias del tiempo. El ex Kuryaki tocó en el escenario Alternative al mismo tiempo que Idles en el Flow. Mientras que la banda británica rockeaba fuerte, Emma le daba su toque suave a la jornada. Con su pop electrónico, el músico hizo un repaso de su discografía solista, pasó por “Tu hermana” y ”Amor loco” para hacer un guiño a los fans de la banda que lo hizo conocido, los IKV. “Muchas gracias, son lo más, loco”, dice con una camisa con rombos verdes, anteojos de sol y unas botas. Sus coristas con look trapero lo acompañan en actitud. Con un público por arriba de los 30, Horvilleur se pone psicodélico, pero antes aprovecha el concierto para afirmar algo que dijo una de sus ex hace mucho tiempo: “no es no”. “Si tu hermana dice no, es no”, pronuncia sobre una base instrumental. Para seguir con un pequeño fragmento de “Abarajame en la bañera”. El músico que supo ser pionero ahora es una suerte de telonero de Tiago PZK, el trapero que toca justo después de él en el escenario Samsung y por el que esperan los chicos en gran número. Pero él sigue adelante, baila, funkea y recurre a otro tema que hizo conocido junto a Dante Spinetta: “Jugo”.

Alessia Cara lleva la tarde a otro nivel. Canadiense, con orígenes italianos y un caudal de voz que remite a una Amy Winehouse clean; una Corinne Bailey Rae, tal vez. Se acuesta en una cama en “Sweet Dreams”, canta en castellano el tema que grabó con Juanes, precisamente con el video de la canción y el colombiano entonando sus partes desde las pantallas (”Querer mejor”), juega con un teléfono fucsia, practica algunas frases en español y encara sus baladas de neto corte R&B con ductilidad y mucha seguridad.

Para sorpresa de todos, la chica que le dijo a LA NACION que quería cantar con Nathy Peluso hace un tema de ella: “Buenos Aires”. También entrega su versión de “Fix You”. “Hay mucho dolor en el mundo, pero también lo hubo dentro mío. Atravesé mucha ansiedad y depresión; yo me imaginaba un futuro con dolor, pero hay que entender que eso es solo un pensamiento. Podemos vivir del amor. La vida es un regalo. Les prometo que el dolor no es para siempre”, reflexiona antes de cantar “Best Days”. Entonces, sí, cierra con las canciones que le cambiaron la vida: “Scars to Your Beautiful” y “How Far I’ll Go” (la canción de la película Moana).

The Wombats invita al desenfreno. “Sé que deben tener resaca pero todavía pueden bailar un poco más”, dice el frontman de la banda indie-rock de Liverpool, que le pone un poco de sintetizadores a la tarde. El sol pega fuerte, muchos escuchan desde una posición horizontal, otros se acercan al escenario y se dejan llevar por los cambios que meten en pleno terreno Matthew Murphy, Daniel Haggis y el noruego Tord Øverland-Knudsen. Hay momentos más bailables y otros nostálgicos; hay un viaje a otro tiempo e imágenes de principios de los 2000, como “Moving To New York” y “Let ‘s Dance to Joy Division”.

Un espectáculo distinto. Un sonido que es imposible de acotar a una simple etiqueta: visualmente, rige el animé, pero a nivel sonoro la paleta es amplia: algo de punk, grunge y hip hop. Cientos de personas se juntan frente al Perry’s Stage para ver a Saramalacara que, como si fuera la reina dominante de esa manada, canta mientras alza una espada blanca. En medio de su show, aparece el rapero Dillom, su novio; juntos enloquecen al público.

Santi Celli llegó a Lollapalooza el viernes “para ir reconociendo el terreno”, le contó dos días atrás a LA NACION. Pero ya terminó el tiempo de preparación y ahora toca hacer. El cordobés brinda un show cálido y cercano al público, con su humildad y sencillez características. Promediando la mitad de su actuación, canta “Sincero”, el primer tema que sacó cuando se lanzó como solista, después de la disolución de su dúo con Zoe Gotusso, Salvapantallas. “Estoy empezando desde cero / Ya me encontré con lo que quiero / Y no me puedo equivocar (…) Algunos me decían que iba contra la pared / Y ahora están comprando entradas pa’ venir a ver”, canta. Palabras que suenan este mediodía con una fuerza particular.

Tras ello, “de paso cañazo, como dicen en Córdoba”, invita al escenario al dúo Ainda para hacer juntos “Por amor al arte”, tema que Celli llegó a cantar junto a Abel Pintos. El siguiente, por su letra, tiene sabor a pandemia: “Pasaporte”. Allí regala otra sorpresa mezclándola con el hit bolichero “Te amo”, de Makano.

La actriz y cantante se luce entre el pop, el R&B y un funk dulzón. Invita a Axel Fiks, una de las revelaciones del último año con su disco Amante moderno, y se muestra cómoda y a gusto con la tarde y con el público. “Un gusto conocerlos”, suelta cómplice.

Cómodos en el pasto ya seco, sin rastros de la lluvia del viernes, esta tercera jornada del festival muestra en las primeras horas a muchos que llegan en plan picnic, con lonas y botellas de agua. Se tiran mientras escuchan de fondo la música y esperan a que lleguen los shows que los convocaron. Este domingo la oferta es igual de variada: habrá referentes consagrados, como Babasónicos; músicos que están en pleno auge, como L-Gante y un cierre a cargo de un gran consagrado, Foo Fighters.

Esta vez le toca a BB Asul abrir uno de los escenarios principales. Entre el trap y el dancehall, la cantante suma su propuesta original que incluye elementos del animé. Los aires orientales están presentes en su música que, como los otros referentes, encontraron en el género urbano el vehículo para trascender con su arte. Media hora después, en el escenario Flow es el turno de Malena Villa quien se define como una artista “sin género”, algo parecido a lo que sostiene Simona, quien toca a la misma hora en el Alternative, y asegura que su estilo es el “collage”.

Llegan los primeros festivaleros, muchos de ellos ya no necesitan mapas ni indicaciones. A pesar del tamaño del predio ya es su tercer día, entonces saben todo: dónde están los 4 escenarios, los baños, donde pueden cargar las pulseras para poder comprarse comida. Las zonas de relax son las elegidas en estas primeras horas, ya que algunas cuentan con techito, un gran aliado para esconderse del sol, que este domingo pica fuerte.

Si vas por primera vez a Lollapalooza 2022, tené en cuenta que para ingresar al Hipódromo de San Isidro tenés que llevar certificado de esquema completo de vacunación contra el Covid-19. Hay aplicaciones, como miArgentina, desde donde se puede descargar. Para no perder tiempo en el ingreso, en vez de conectarse a la aplicación en ese momento, conviene llevar el carnet impreso o tener el certificado ya descargado, en el teléfono. Los problemas de conexión por datos móviles siempre son un riesgo en lugares de mucha asistencia de público. Más vale no correr ese riesgo.

El Hipódromo tiene tres accesos disponibles para el festival. Acceso 1 (Esquina Av. Santa Fe y Av. Márquez), Acceso 2 (Av. Márquez 900, entrada Paddock del Hipódromo) y Acceso 3 (Av. Márquez, entrada Oficial del Hipódromo).

También hay que tener en cuenta que no está permitido ingresar con alcohol en gel o alcohol al 70 % en envases superiores a 200 ml., armas de cualquier tipo, computadoras, termo con líquido caliente, mate, cualquier sustancia ilegal o flamable, cualquier tipo de droga, comida o bebidas ajenas al evento, rayos o punteadores laser, carpas, sillas de cualquier tipo, patinetas, hover-boards, monopatines, scooters, vehículos personales motorizados de cualquier índole, drones o vehículos aéreos, bebidas alcohólicas y/o energéticas.

Desde la organización recomiendan: usar barbijo, evitar las zonas de mayor concentración, hidratarse durante toda la jornada, designar un punto de encuentro dentro del predio, cuidar las pertenencias personales y mantener limpias las áreas utilizadas.