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Coldplay se despidió de Argentina con emoción y redoblando su épica pop: “Gracias… ¡finales!” | Música

Coldplay se despidió de Argentina con emoción y redoblando su épica pop Gracias finales  Música
Este martes, la banda británica puso punto final a su serie de 10 shows en River. El adiós de Chris Martin tuvo retórica “ceratiana”.

Con una carga de emoción desbordante, que resignificó todo lo que pasó, se dijo y se publicó en los últimos días, Coldplay cerró este martes su histórica serie de 10 shows en el porteño estadio de River Plate.

“Gracias… ¡finales!”, dijo al cierre Chris Martin, el carismático cantante, líder y portavoz de la banda británica a modo despedida de un país del que, según dijo, no se querría ir nunca.

Podría interpretarse como un tribuneada acomodaticia, pero resulta que mostró su tatuaje del ceratiano “Gracias totales” en su brazo y que volvió a invitar a Zeta Bosio y Charly Alberti para interpretar el doblete Persiana americana y De música ligera.

Esas canciones de Soda Stereo, en su opinión, son las mejores que su proyecto interpretó en estos días.

Chris Martin

Además, el músico hizo un extenso agradecimiento al público argentino por pagar la entrada pese a los problemas económicos que padece, y por oponerle una vibración inigualable a los grandes cataclismos que se producen en otros lugares del planeta.

Parece que Chirs Martin nos quiere de verdad, al extremo naif de considerarnos un bloque homogéneo de buena onda. O algo así como un correlato social de la homogeneización de espectadores que produjeron las pulseras lumínicas entregadas (y devueltas) por última vez.

Evidentemente, las casi dos semanas que pasó en el país no alcanzaron para que note el alto nivel de crispación reinante.

Tampoco para que sepa el tremendo esfuerzo que tuvo que hacer el público del interior para poder verlo en acción, traducido en un presupuesto delirante entre traslados, hotelería y comidas.

Como sea, una hora y media antes de ese ataque de argentinidad, el frontman había prometido (también en nuestro idioma) generar las condiciones para vivir “el mejor martes del mundo”, y a concierto dado se puede decir que cumplió con creces.

Chris Martin, líder de Coldplay, en guiño cómplice con un espectador. (Instagram @dfallaccess)
Coldplay en el cierre, como en el comienzo

Si bien de antemano se conocían todos los trucos del espectáculo pensado por Coldplay para el “Music of the Spheres World Tour”, y que ésta alcanzaría el récord de 550 mil entradas vendidas en el entretenimiento musical argentino, la descarga de Chris Martin y los suyos consiguió la resonancia de la primera vez.

La actitud de cara a la experiencia de nutrir de energía mediante el pedaleo en bicicletas y el salto en el piso cinemático se afrontó con una avidez desbordante por parte del público.

Y ni hablar del agite de las ya referidas pulseras lumínicas, el sumun de cómo el entretenimiento musical ha logrado convertir a la gente en parte decisiva del show.

OK, puede resultar una treta de condicionamiento clásico (una treta pavloviana), en la que los Coldplay abusan de su poder de seducción y conmoción para que la gente haga lo que ellos quieren.

No obstante, es muy disfrutable ser funcional a este montaje paquidérmico y psicodélico, que intenta ser el correlato de The Spheres, un sistema planetario ficticio de nueve planetas, tres satélites naturales, una estrella y una nebulosa. My universe, el universo privado que la banda hace público con una épica pop apabullante.

Micaela Gómez , la joven de 26 años fue a todos los recitales de Coldplay. (Clarín)

Hasta un espectador galvanizado por un sentimiento de superioridad (que despotrica en redes sin atestiguar de qué va la cosa) se sentiría atravesado por esta oferta, pensada para erizar desde el segundo 0 y a partir de un concepto tan abierto como el expuesto arriba.

La alusión a The Spheres carece del cinismo y de la precisión interpretativa de otros dos grandes shows mostrados en River años atrás (el “Pop Mart Tour” de U2, en 1998; el “The Wall” de Roger Waters, en 2012), pero no por eso resulta estéril.

Porque si bien nunca sabremos si la energía generada por el público realmente abasteció los miles de voltios de atracción ofrecidos por Coldplay, ni si terminó estos Ríveres con mayor consciencia ecológica, sí es fácilmente contrastable que es feliz durante el desarrollo del show. Muy feliz.

Zoe Gotusso, flash hogareño

Y ya que estamos con la cuestión de la energía y la felicidad, viene bien recordar que esta serie también fue histórica porque la artista convocada como telonera fue una cordobesa.

Puntualmente la talentosa Zoe Gotusso, que pasó en pocos años de cantar en los bares de Güemes a pensarse como una artista pop de envergadura internacional, tal como se lo confesó a VOS algunos días atrás.

Del mismo modo en que lo hace con su propia carrera, Gotusso fue arrojada y se decidió por una puesta minimalista, claramente contrastante con lo que llegó después.

Acompañada por el guitarrista Diego Mema (también cordobés) y el productor Matías Celli (en bajo y secuencias), en su show despedida del Monumental la exmitad del dúo Salvapantallas sacó a relucir su ternura vocal, su carisma y su cancionero desentendida de que tenía que rendir a escala estadio. Cantó como si estuviera en el living de su casa.

Tan de entrecasa fue lo que planteó, que reprodujo un mensaje de su abuela en la introducción de la canción Súper poder. Allí convergieron el secreto de las milanesas caseras y la pregunta de la nona “¿Dónde estás, nena?”, a lo que la nieta contestó “¡Estamos en River, abuela! ¡Y a punto de dedicarte una canción”.

Zoe clavó 10 temas en la media hora que le dieron a lo largo de la serie, aunque a diferencia de otros atardeceres, en el de este martes lo hizo con un mayor peso en términos de melancolía.

“Soy Zoe Gotusso, vengo de la ciudad de Córdoba...”, dijo la artista en el comienzo de su show, orgullosa de su lugar de procedencia. Luego introdujo a (la canción) María diciendo que si sus canciones fueran sus amigas, ésta sería la mejor. Y avisó que había luna llena para introducir a Cuarto creciente.

El cierre llegó con Ganas y su invitación a mirar “pelis en la cama”.

Lo dicho: intimidad hogareña antes de un inconmensurable estallido pop.

Por su parte, la norteamericana H.E.R., la otra telonera mujer de Coldplay, fue de menor a mayor. Después de una insinuación soul, promedió y finalizó su show en plan hendrixiano, respaldada por una banda tan orgullosamenre afroamericana como ella.

Antes de su adiós definitivo, se le entrecortó la voz (poderosa, suntuosa) por la emoción y dejó caer una pesada lágrima sobre su mejilla derecha, acaso consciente que quizás unas más volverá a celebrar su música ante una audiencia tan entregada y numerosa.

Las vidas negras no sólo importan: son imprescindibles para que la música haga su magia.

Lista de temas del último show de Coldplay en River. (DF Entertainment)
Coldplay, mucho más que Chris Martin

Coldplay es mucho más que Chris Martin y “los otros tres”.

Su carisma arrebatador, sus grandes dotes de entretenedor y el hecho de que se ha convertido en portavoz de lo emocional y políticamente correcto, instituyeron la idea de que Martin es Coldplay.

Y ese reduccionismo es muy injusto para con sus compañeros desde el grado cero de la banda. Porque el guitarrista Jon Buckland expande las atmósferas del mismo modo que The Edge lo hace con el repertorio de U2 y la base de Guy Berryman (bajo) y Will Champion (batería) sostienen todo con groove y poder.

OK, la parafernalia tecnicolor noquea, pero no produciría ningún flash, no flashearía, sin el sostén de una banda orgánica con miembros de excelente química entre ellos.

Sparks, con sus cuatro miembros empoderados por el pedal steel de Nicole Lawrence, es una muestra de que Coldplay es una banda de sala por sobre todas las cosas. Y que su gigantismo no necesariamente depende de lo automatizado o artificial.

El “mejor martes del mundo” según Chris Martin fue tan inclusivo como el jueves 28 de octubre (que estuvo Jin de BTS), el martes 1 de noviembre (que cantó Tini) y el lunes 7 del mismo mes (que debutaron los Soda).

En este caso, además de la reincidencia de Zeta y Charly Alberti, Coldplay le cedió protagonismo al colombiano Manuel Turizo (se cargaron La bachata sin dramas) e invitó a La Bomba del Tiempo para robustecer, aún más, el alcance hímnico de Fix U.

Todo cabe en el mundo Coldplay, desde nuevos valores urbanos hasta proyectos cooperativos de heartbeat orgánico previo paso por miembros de una bestia pop argentina similar en cuanto a ambiciones artísticas y voracidad. Desde la EDM hasta el pop británico de alta escuela; desde las frases hechas hasta el verso más profundo.

Sólo una cosa parece de una sola cara: Chris Martin. Se lo percibe copado, generoso, buena vibra, sin maldad. Quizás en su casa casque a los conejos, pero en su versión showman empalaga de adorable.

En fin, es cierto que el tiempo tiende a borronear todo lo que en el presente aparece con ínfulas de eternidad. Aunque cuesta creer que lo logre con esta serie de Coldplay, que llegó a tener hasta un dólar con su nombre y a monopolizar la conversación social en Argentina como pocos fenómenos virales.

Más información

Coldplay, un nombre que marcó a fuego nuestra agenda sociocultural

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