Nuevo Previaje: ¿quién lo paga?


La industria sin chimeneas, como se ha bautizado al turismo, busca recuperarse luego del parate impuesto por la pandemia, una situación sin precedentes que impactó mundialmente con una pérdida de recursos humanos empleados en el sector del orden del 45% entre 2020 y 2021. Por efecto de la crisis económica y de las medidas que gravaban las divisas para el pago de servicios, la Argentina arrastraba ya desde antes una fuerte caída de la demanda.
En el 47° Congreso de Agentes de Viaje, que se realizó a principios de mayo, los operadores reclamaron definiciones sobre un eventual próximo Previaje, el regreso de la venta de servicios al exterior en cuotas y el impuesto PAIS, entre otras cuestiones. Insistieron también sobre la importancia de que las medidas en torno del turismo sean consideradas políticas de Estado que excedan el tiempo de una administración y pidieron reemplazar la actual ley de agentes de viajes, de los años 70, por una que contemple las nuevas formas de venta a distancia, telefónica y online.
Con la reciente publicación en el Boletín Oficial de una nueva resolución, quedó habilitada la inscripción al Previaje 3 para escapadas durante las temporadas media y baja desde el 1° de septiembre próximo y hasta el 30 de noviembre más algunos días por confirmar de diciembre. Como durante las versiones anteriores, se reintegrará a los afiliados al PAMI hasta el 70% del gasto en hoteles, restaurantes, alquiler de autos, excursiones y otros rubros, y el 50% al resto de los pasajeros.
Sin dudas, el rojo de las cuentas públicas seguirá creciendo con la nueva edición del Previaje. El ministro de Turismo y Deportes, Matías Lammens, que afirma taxativamente que el 80% del gasto se recupera, aunque pocos le crean, indica que en esta oportunidad “no solo se apuntará a aumentar la demanda, sino que ofrecerá un desarrollo en infraestructura turística”. Será el Ministerio de Desarrollo Productivo el que brindará préstamos a tasa subsidiada para mejoras en instalaciones y servicios de los prestadores que finalmente se inscriban en esta tercera edición.
Muchas y autorizadas voces continúan alzándose en contra de un programa cuya implementación impacta económicamente sobre los que menos tienen, los millones de argentinos empobrecidos que, lejos de pensar en viajar, no llegan a cubrir ni remotamente la canasta básica con escandalosos índices de inflación en constante aumento.
Nadie discute la importancia de contribuir a la reactivación del turismo y de pretender aprovechar las dificultades para salir del país impulsando los viajes locales y generando empleo. Lo que se cuestiona es cómo se financia este invento oficial y cuántas mejores asignaciones podrían haber tenido esos dineros públicos. Los créditos para viajar son aprovechados por los que menos necesidades tienen, precisamente porque pueden asignar recursos a tan sano fin. Fueron más de cuatro millones de beneficiarios a fines de 2021, con prevalencia de habitantes de la provincia de Buenos Aires (35%), de la Capital Federal (27%), Santa Fe (10%) , Córdoba (7%) y Mendoza (4%).
Mientras tanto, el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, anunció que extenderá el programa gratuito de viajes de egresados en la provincia para quienes concluyan la secundaria en 2022, un estimado de 220 mil plazas para viajes de cuatro días y tres noches a diferentes destinos del distrito, con un presupuesto de 33 mil pesos por egresado. Es una prueba más de que se insiste con medidas de neto corte demagógico en la antesala de un año electoral, en lugar de destinar esos fondos a acondicionar escuelas, promover planes de lectura o contribuir a reparar los estragos que la pandemia provocó en los aprendizajes.
La recuperación de puestos de trabajo y el impulso a tantos sectores castigados deberían surgir de la reactivación de la economía y no de estrambóticas medidas aisladas cuando seguimos inmersos en una falta de programas y de instrumentación de reformas de fondo que servirían naturalmente a tales fines. Mientras el Gobierno no asuma que su responsabilidad radica en diseñar un verdadero rumbo para la Nación, lo que supone bajar el gasto público, instrumentar reformas de fondo e incentivar las inversiones, y siga proponiendo medidas efectistas, el viaje al futuro que muchos soñamos seguirá trunco.