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El quiebre entre Macri y Bullrich, el efecto sobre la elección interna ...

El quiebre entre Macri y Bullrich el efecto sobre la elección interna
El vínculo entre el ex presidente y la ministra no se recompone, y aún no hay consenso de cara a los comicios partidarios, previstos para el final del verano. ¿Operativo clamor? El factor Vidal. La simbiosis entre la ministra y el Presidente. Consecuen
Mauricio Macri y Patricia Bullrich

Por ahora, el quiebre entre Mauricio Macri y Patricia Bullrich no tiene arreglo. “Está muy mal la cosa, es difícil que se acomode”, describió un estrechísimo colaborador de la ministra de Seguridad. Tan intrigante es la relación por estos días que puertas adentro del PRO circuló una versión sobre un supuesto cruce de WhatsApp que Bullrich propició tras el encuentro que el ex presidente encabezó en sus oficinas 72 horas después del desembarco de Javier Milei en la Casa Rosada, para unificar la posición partidaria respecto del gobierno. Con una paradoja: Macri no le cursó la invitación a su ex ministra pero sí convocó a Horacio Rodríguez Larreta -prefirió no asistir-, al que combatió, y hasta humilló, durante toda la campaña. Bullrich quiso saber, según esa versión, por qué no había sido invitada. “Es que vos sos parte del gobierno”, fue el mensaje del ex mandatario.

La tensión entre Macri y la ministra de Seguridad escaló a niveles impensados. Sobrevoló toda la campaña, y se agudizó cuando Bullrich decidió aceptar la convocatoria de Milei para integrar el gabinete y el presidente definió que Cristian Ritondo no presidiría la Cámara baja, como pretendía el ex jefe de Estado, para apuntalar, según él, “la gobernabilidad” del proyecto libertario. En ese contexto, la interna amenaza con librarse en otro campo de batalla: la elección partidaria del PRO.

La semana entrante, antes de viajar al exclusivo barrio Cumelén, en Villa La Angostura, Macri prevé recibir en sus oficinas de la zona norte bonaerense a los 18 jefes distritales del PRO. Trasciende, desde el entorno macrista, la posibilidad de un “operativo clamor” en torno a la figura del ex presidente que, según sus colaboradores, aún no definió si está decidido a recuperar formalmente el control del partido desde la presidencia.

Javier Milei, Mauricio Macri, Patricia Bullrich y otros dirigentes del PRO

Según el cronograma partidario, el 11 de febrero es el plazo máximo para oficializar las listas, el 20 para las boletas y el 17 de marzo es la fecha de las elecciones internas. El ex presidente quiere saber primero la cantidad de agua que hay en la piscina, y si hay otros contendientes con ganas de tirarse.

A Macri no le gusta perder a nada. Todavía trata de digerir la estrepitosa derrota en Boca Juniors en manos de Juan Román Riquelme, una caída que el ex mandatario creyó poder torcer cuando se postuló como candidato a vicepresidente y ordenó la judicialización de parte del padrón de socios que, según el macrismo, Riquelme asoció de manera irregular. Con el resultado puesto, por contundentes 30 puntos, Macri y sus asesores concluyeron que la estrategia había sido errada, y despotricaron contra un muy encumbrado operador radical por la decisión de la Justicia que resolvió que se vote sin la exclusión de ese padrón. Macri detesta perder, más aún cuando es en un terreno, como el judicial, que le fascina. Hay trascendidos de eventuales chispazos con Daniel Angelici que habrían buscado saldar mano a mano en estos últimos días.

Enfrente, Bullrich, todavía presidenta del PRO, tampoco definió por ahora si querrá postular a algún dirigente de su confianza para quedarse con el partido o si, por el contrario, intentará explorar una suerte de negociación con Macri. Por el momento no hay señales en ese sentido.

Sí circularon trascendidos internos con la moción para patear los comicios para mediados de año. Para ganar tiempo. Y evitar peleas que, durante la campaña, espantaron al electorado. Hasta este fin de semana no había ninguna información certera en esa línea.

Mauricio Macri y Patricia Bullrich en la cena de la Fundación Libertad

La ministra tiene parte de la estructura partidaria y “los fierros”, pero no recolectó el reconocimiento de todos los sectores, y su desembarco en el gabinete libertario no cayó del todo bien puertas adentro. Fue, según trascendió, el quiebre final entre Bullrich y Macri, este último mucho más proclive a un entendimiento global con Milei que debía incluir a Ritondo, es decir al PRO, como presidente en Diputados. En el entorno de Bullrich dicen que negoció de manera unilateral porque era el ex jefe de Estado el que, según ella, hacía lo propio para colaboradores de su confianza. El macrismo asegura que no fue así.

Hasta ahora, el fundador del PRO solo puede arrogarse la entrada de Ricardo Schlieper, ex manager de futbolistas, en el área de Deportes del nuevo gobierno. Schlieper le reporta. Llegó, además, de la mano de Fernando Marín. Está a favor, como el ex presidente, de las Sociedades Anónimas Deportivas en los clubes de fútbol, que Milei buscará impulsar, en sintonía con el ex mandatario, y que incluyó en el decreto de necesidad y urgencia.

Lo cierto es que hay quienes ven en la perfecta simbiosis entre Milei y Bullrich -anoche, la ministra participó junto al presidente de la cena con Mirtha Legrand grabada en la tarde del viernes- un mensaje a Macri, que aunque apoyó públicamente estos primeros quince días del libertario al frente del Ejecutivo -en sus redes posteó una cerrada defensa al DNU anunciado el miércoles por cadena nacional-, mantiene, en privado, algunos reparos. “A diferencia de lo que dicen, Mauricio no puso funcionarios. Si a Milei le va bien, el éxito será de él, pero si le va mal, las facturas también se las van a pasar a Mauricio”, explicó un dirigente de extrema confianza del ex mandatario.

Patricia Bullrich y Javier Milei (AP Foto/Nicolás Aguilera, Archivo)

El presidente tiene un vínculo de privilegio con su ministra. Pero también tiene diálogo muy fluido con su antecesor, al que respeta. Pero no está dispuesto a ser empleado. En todo caso, su único “jefe” es su hermana Karina.

En ese sentido, Milei es una rara avis dentro del sistema político tal como se lo conoció hasta ahora. No le interesa pagar el costo político del durísimo ajuste que su gobierno encaró en estos días. Su única mesa chica está compuesta por su hermana y el estratega Santiago Caputo. Está decidido a avanzar a fondo, convencido de su receta, aún con la posibilidad real de que no funcione. Selló un acuerdo electoral con el peronismo cordobés y, en especial, con Juntos por el Cambio, pero no propició una coalición de gobierno, como se especulaba. Por eso rechazó a Ritondo, a pesar de la debilidad institucional de La Libertad Avanza. Una definición política, y de liderazgo, que despistó, y enloqueció, a Macri.

En medio de esa operación política, Milei se recostó sobre su ministra de Seguridad, una decisión que arrastra además la necesidad del presidente de exhibir resultados en ese rubro. Como ya se publicó en este medio, cuando la invitó a formar parte del gabinete, el ex diputado le reconoció que, en parte, lo hacía por esa urgencia, para contrarrestar los efectos de las pésimas noticias que tiene previsto brindar en torno a su severo programa económico.

María Eugenia Vidal, por su parte, intenta interceder en la interna entre Macri y Bullrich con la posibilidad, todavía bajo análisis, de postularse ella misma a la presidencia del PRO, una decisión que madura junto a su equipo. En las últimas semanas hubo algunas señales de “distención” en la relación con Macri, que se había resentido, y mucho, durante este año.

La diputada, por caso, sí participó del encuentro de hace más de una semana en las oficinas del ex presidente sobre la avenida Libertador. “Ella quiere volver a acercarse a Mauricio”, razonaron cerca del ex mandatario. En el universo vidalista dicen que es al revés: que es una estrategia de Macri, debilitado por la derrota en Boca y por su posición frente al gobierno libertario.

La ex gobernadora cuenta, en caso de emprender la aventura, con el apoyo de Rodríguez Larreta, aún con dificultades para reinsertarse en el sistema político tras la cruda derrota de las PASO de agosto y sin la formidable maquinaria política y financiera de la administración porteña de la que se apropió Jorge Macri cuando aterrizó en la Jefatura de Gobierno, y cuyo alcance está aún en etapa de supervisión. El dilema del ex intendente de Vicente López pasa por la magnitud del recorte, y los efectos directos e indirectos de esa poda de recursos.

De no mediar imprevistos, el jefe de Gobierno porteño será el próximo presidente del PRO de la Ciudad, en reemplazo del legislador Claudio Romero. Es, según confían cerca suyo, el primer paso para un proyecto mucho más ambicioso. Similar al de su primo.

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