San Roque: la trágica vida del patrono de los perros y los enfermos, ¿por qué se lo conmemora hoy?

El 16 de agosto la Iglesia Católica celebra la vida de San Roque, el patrono de los perros y los enfermos. Su nombre significa “fuerte como roca” y es uno de los grandes santos populares que ha provocado devoción en todo el mundo. Es recordado por su compromiso con los más humildes.
Es uno de los tres patrones del peregrino junto a San Cristóbal y San Rafael. Ellos son considerados patronos de quienes realizan peregrinaje y viajeros, independientemente de su motivación para realizar un viaje y del medio por el que lo realizan.
La historia de San Roque es bastante difusa. Se cree que habría nacido alrededor del año 1.300 en la ciudad francesa de Montpellier, pero no existe un acuerdo entre los historiadores sobre su año de nacimiento.
A los veinte años quedó huérfano. Entonces decidió vender todas sus posesiones, repartir el dinero entre los pobres y hacer una peregrinación a Roma con la intención de visitar los santuarios en un momento marcado por una epidemia que se desató en Europa.

En ese recorrido, Roque cuidó enfermos en Acquapendente, Cesena, Roma, Rímini y Novara, todas ciudades italianas. Se dedicó a curar y atender a todos los enfermos de la peste. Según la tradición popular, él curaba a muchos enfermos de forma inexplicable con solo hacer sobre ellos la señal de la cruz. En el caso de las personas que atendía y morían, él mismo les hacía la sepultura.
También es confuso el lugar de su muerte. Al parecer, falleció en prisión pero no está claro dónde murió. Al poco tiempo de morir, el santo decidió volver a Montpellier, pero se cree que antes de llegar fue confundido con un espía y fue aprisionado. En un principio, se consideraba que falleció en Italia pero actualmente se estima que murió en Francia.
Su vida se conmemora el 16 de agosto y su devoción se extendió muy rápidamente a partir del siglo XV. Desde Venecia se extendió el culto hacia el mundo germánico y a los Países Bajos. En toda Europa y América Latina hay templos que le fueron dedicados. Una de las iglesias más conocidas que están dedicadas a este santo está en París, muy cerca del Museo del Louvre.
Al llegar a Piacenza, una ciudad al sur de Milán, San Roque contrajo la enfermedad que atacaba a Europa. Para ser una carga para nadie, se fue hacia las afueras de la ciudad para morir solo y se refugió en un bosque. En ese lugar nació un aljibe de agua que le calmaba la sed.
Allí apareció un perro con un pan y se lo dio a Roque. El animal lo hizo por varios días, sacando los alimentos de la mesa de su dueño, un hombre bien acomodado llamado Gottardo Pallastrelli. Este se dió cuenta que se repetía esta escena varios días, entonces decidió un día seguir a su mascota. De esta forma, encontró al pobre moribundo en el bosque. Ante la sorpresa, se lo llevó a casa, lo alimentó y le hizo curaciones.
Cuando se recuperó, Roque volvió a su ciudad natal, donde se dedicó a curar a enfermos y a animales por igual hasta que fue encerrado. Es por esto que se lo considera patrono de los perros.